Imagina que eres una startup en España. Tu competencia vende lo mismo que tú, usa los mismos canales de marketing y hasta tiene un logo que parece hermano gemelo del tuyo. ¿Cómo destacar? Podrías contratar a un influencer que hable de tu producto mientras salta en un trampolín, pero hay una alternativa más inteligente (y menos ridícula): ser la empresa con la que la gente quiere hacer negocios, no solo la que tiene el precio más bajo.
Hablamos de ética, sí. Pero no de esa RSC de cartón piedra que consiste en poner macetas en la oficina y llamarlo “compromiso ecológico”. Hablamos de ética como estrategia de negocio, no como lavado de imagen.
Por qué la ética no es solo para hippies
Primero, desmontemos mitos: la ética en startups no es un lujo de empresas con presupuestos millonarios. Mientras que las corporaciones se ahogan en informes de sostenibilidad de 200 páginas, una startup puede integrar la ética en su modelo desde el día uno, como hizo la valenciana Closca (diseña cascos de bicicleta con materiales reciclados y dona parte de sus ganancias a proyectos de movilidad urbana).
Pero ojo: no basta con decir “somos verdes” o “apoyamos una causa”. El 73% de los consumidores españoles desconfía de las marcas que usan la RSC como postureo (Estudio Edelman Trust Barometer 2023). La clave está en la coherencia radical y en medir el impacto real, no el de los eslóganes.
Pero, ¿cómo puedo ser ético y rentable?
Ah, la gran pregunta del millón (o del primer millón, si eres optimista). Ser ético y rentable no es un oxímoron, aunque a veces lo parezca. La clave está en entender que la ética no es un gasto extra ni un capricho de marketing, sino una inversión estratégica.
La ética bien aplicada atrae clientes más leales, empleados más comprometidos y hasta inversores con conciencia (que sí, existen). Empresas como Ecoalf han demostrado que vender productos sostenibles no solo es viable, sino también lucrativo: sus chaquetas hechas con plástico reciclado de los océanos son un éxito comercial. La clave está en integrar la ética en tu modelo de negocio desde el principio, no como un parche para quedar bien.
1. Bioo, la startup que convierte plantas en cargadores de móvil
¿Ética aplicada a la innovación disruptiva? Bioo ha creado tecnología para generar electricidad a través de la fotosíntesis de las plantas. No solo es sostenible, sino que su modelo de negocio incluye acuerdos con ayuntamientos para instalar parques públicos autosuficientes. Aquí, la ética no es un añadido: es el producto en sí.
2. Fairphone, el smartphone “desobediente”
Fabrican móviles modulares con materiales justos y condiciones laborales éticas. En un mercado donde el 90% de los smartphones usan minerales de conflicto, Fairphone demuestra que la transparencia puede ser un argumento de venta brutal. ¿Su truco? Publican hasta el coste desglosado de cada componente.
3. Koiki, mensajería con impacto social
Esta startup emplea a personas en riesgo de exclusión para su servicio de reparto “low cost”. Su modelo reduce costes y mejora la logística, pero lo revolucionario es su sistema de trazabilidad: los clientes reciben un informe con el impacto social de su compra.
Cómo integrar la ética sin morir en el intento (o de aburrimiento)
1. Elige un campo de batalla ético que duela a tu competencia
Por ejemplo, el buscador Ecosia (buscador que planta árboles) no compite con Google en algoritmos, sino en “¿Qué hace tu buscador por el planeta?”. Identifica un punto débil ético de tu sector y conviértelo en tu fortaleza.
2. Acostúmbrate a la transparencia radical
A todos nos gusta nuestra intimidad y nuestros secretos, pero no tienen cabida en una empresa ética. Además, cada vez más empresas hacen cosas como desglosar sus beneficios a final de año o publicar los salarios y, contra los miedos de los más conservadores, no están hundiéndose en llamas.
3. Lo financiero es clave pero no lo único
A veces pensamos que la transparencia y la ética solo tiene que ver con lo financiero: quién nos da dinero, a dónde reinvertimos, todo eso. Pero la transparencia y la ética no es solo mostrar tus tripas financieras. Aparte de tener tus negocios en orden, se trata de hacer que tus clientes se sientan parte de algo más grande, de explicar tus decisiones y tu modelo. Sí, eso implica reconocer en público que el año 2024 no tuviste un crecimiento del 300% como habías dicho que tendrías.
IA generativa, el elefante en la habitación
La Inteligencia Artificial está revolucionando todos los aspectos de nuestras vidas, y la ética no es una excepción. Por un lado, la IA puede ayudarnos a ser más éticos, automatizando procesos, analizando datos para identificar sesgos y desigualdades, y facilitando la toma de decisiones informadas.
Pero, por otro lado, la IA también puede ser una fuente de problemas éticos. Desde algoritmos que perpetúan la discriminación hasta sistemas de vigilancia que violan la privacidad, los riesgos son enormes. Por eso, es fundamental que las startups implementen políticas de ética en la IA desde el principio, asegurándose de que sus sistemas sean transparentes, justos y respetuosos con los derechos humanos.
La IA que escribe textos, diseña logos o contesta a clientes es una tentación para startups con pocos recursos. Pero cuidado: el 68% de los europeos cree que las empresas abusan de la IA para ocultar prácticas poco éticas. ¿Cómo usarla sin venderse al lado oscuro?
Por ejemplo, empresas como Clarity AI, fundada en España, utilizan la IA para ayudar a los inversores a tomar decisiones más sostenibles, analizando el impacto ambiental y social de las empresas en las que invierten.
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Consejos Prácticos para ser una startup ética (de verdad)
- Define tus valores: ¿Qué es lo que realmente te importa? ¿Qué causas estás dispuesto a defender? Define tus valores y asegúrate de que se reflejen en todas tus decisiones.
- Sé transparente: Muestra cómo operas, de dónde vienen tus productos, cómo tratas a tus empleados. La transparencia genera confianza.
- Involucra a tus stakeholders: Escucha a tus clientes, empleados, proveedores, inversores. Sus opiniones son valiosas.
- Mide tu impacto: No te conformes con buenas intenciones. Mide el impacto de tus acciones y utiliza esos datos para mejorar.
- Sé valiente: No tengas miedo de defender tus valores, aunque eso signifique perder clientes o inversores. A la larga, la ética siempre gana.
Y si aún tienes dudas como “¿esto violaría la privacidad de alguien?” o “¿estamos engañando al cliente?”, tienes dos opciones:
- Preguntar a tu abogado.
- Pregunta a tu abuela. La segunda suele ser más efectiva.
El futuro es de los impertinentes éticos
En un mundo donde hasta las petroleras tienen blog de sostenibilidad, diferenciarse exige ser incómodamente auténtico. Como IronHack (escuela de programación española), que ofrece becas a refugiados y publica abiertamente sus tasas de empleo reales, aunque a veces no sean perfectas.
La ética no es un departamento, es una postura ante el mercado. Y para las startups, es la mejor forma de decir: “No somos los más baratos, ni los más rápidos, pero somos los únicos que hacen esto“.
Así que, querido startup, la próxima vez que pienses en estrategias de crecimiento, recuerda: el marketing se olvida, la moda pasa, pero la coherencia queda.